viernes, 7 de noviembre de 2014

33. 2.015 suma ocho.

"Hugo y Noa". 92x73. Óleo
Al parecer este año que comienza, del cual sus cifras le suman ocho, tiene toda la pinta de que pudiera ser más redondo que el año pasado, precisamente porque el ocho lo es, doblemente redondo, que puede ser que no, pero hay que decir cosas y hacer relleno mientras tanto; mientras que espero a que surja alguna idea que escribir o mis dedos tomen las riendas del escrito, cosa poco probable, y sean ellos los que sin las directrices de mi cerebro sean capaces de hacerlo. Como no tengo otra alternativa que yo sepa, voy a continuar con la inercia del dos mil catorce en cuanto a lo que venía haciendo, "pictóricamente" hablando, si es que esto se puede decir. 

¡Cómo pasa el tiempo! Parece que fue la semana pasada cuando dije que dos mil catorce sumaba siete y todo aquello de los siete años y bla, bla, bla... Victor Manuel en una de sus canciones se cuestionaba muy acertadamente: ¿dónde van los besos que no se dan?, y yo me pregunto: ¿dónde van los años que se han vivido? y ¿los kilos que se pierden o los culos que se caen, dónde van? Parece ser que se consumen o se quedan flotando en el espacio tiempo, pero esto inclumple famosa la ley de la conservación de la materia de Lavoiseir, a saber: "nada se crea ni se destruye, sólo se transforma". La verdadera razón es que quizás no hablamos de materia y por eso, ni los años se crean, ni se destruyen por tanto, ni se transforman por lógica. Al parecer sólo se cuentan y ya está, no es posible guardarlos ni coleccionarlos en algún lugar donde se puedan palpar o visitar para poder llorarlos como si estuviéramos ante una tumba, o para reirlos o para añorarlos. Pasan los años sin impunidad, sin que siendo propios, uno pueda hacer nada por detenerlos, o ¿es que nuestros años no son nuestros en realidad? ¿será que el verdadero dueño es el tiempo y éste hace con ellos lo que quiere y pasa o no pasa y se detiene si le da la gana?.


Solo los recuerdos quedan almacenados en algún escondrijo del disco duro cerebral ocupando megas y megas de memoria física. Dicen que todo está ahí, en el servidor, que no se pierde nada, incluso las conversaciones, palabra por palabra, solo que si uno pide el dato que necesite o mande la orden adecuadamente es capaz de recordar algo, si no, es porque no sabe donde encontrarlo o como sacarlo de su escondite mental, ya que parece demostrado que bajo hipnosis si se puede, eso dicen. El caso es que si uno se pone a pensar qué es lo que ha hecho en su vida y te dicen que lo cuentes en voz alta, es probable que en menos de un cuarto de hora hayas terminado de hacerlo, así que o resumimos muy bien los textos, pensamientos o recuerdos, o hemos tenido una vida que poco magro tiene.

El año pasado se ha consumido tan rápidamente que he empezado a preocuparme seriamente, ya lo estaba en cierto modo, porque de alguna manera parecía que me lo barruntaba, pero ahora que soy realmente consciente de ello y veo que la cosa es alarmante, ya que si todos los años que me quedan por vivir se desvanecen a ese mismo ritmo, y casi estoy por afirmar que será así, no voy a tener tiempo para hacer todo lo que quiero hacer, porque el tiempo pasa a otra velocidad diferente a la que se vive. Voy a vivir estresado. 

"Phi 1". 73x50. Óleo
Tengo que aplicar la fórmula que inventé hace tiempo para que éste pase lentamente: se trata de contar los segundos y ser consciente de ello, te aseguro que cuando llevas haciéndolo diez minutos o menos incluso, se te ha hecho tan largo el rato que estarás deseando envejecer rápidamente para evitar tal suplicio. 


Entendiendo que mi vocación pictórica sigue por los vericuetos del retrato; no quiere esto decir que no haga alguna que otra incursión en otros senderos para desintoxicarme, para cumplir con los caprichos que yo mismo me imponga, porque alguien quiere algún trabajo distinto o porque sí, que a veces no hay que darle tantas vueltas a las cosas buscando explicaciones a todo, cuando lo que hay que hacer es dejarse llevar y no complicarse la existencia... pero ese no sería yo.

He de decir que este año lo he empezado con buen pie, al igual que finalicé el pasado; tengo encargos que se me empiezan a acumular, tengo ideas, tengo tiempo y tengo muchas más ganas de continuar pintando, lo cuál implica seguir aprendiendo y seguir mejorando, que al fin y al cabo es lo persigo. 

"Clara y Tigre". 100x81. Óleo
Dentro de esa "búsqueda", palabra que me me hace recordar saga de tres películas del mismo título protagonizadas por Nicolas Cage, basadas en argumentos aventureros estresantes en las que después de muchos esfuerzos, desarrollos lógicos, peripecias, estudios, carreras escapando de los malos, exprimiendo el tiempo que siempre se le echa encima para conseguir su objetivo ayudado por la suerte del que la busca, da con una nueva pista que le va conduciendo hasta el tesoro, aquella le "empunta" a otra nueva que le dice dónde está la siguiente y así van pasando esas trepidantes películas. De la misma forma yo sigo pistas, pistas que voy descubriendo por inercia, por instinto o por casualidad, no sé, pero que me conducen, como las miguitas de pan del cuento, hasta no sé qué tesoro artístico. Nicolas Cage sabía lo que buscaba, yo sólo lo presiento, y me gusta intuir lo que puedo encontrar. Mis mapas son obras de otros artistas y mis pistas mis tropiezos.


Nunca llegaré a ser calificado como un genio porque eso depende de que a alguien influyente se le ocurra decirlo para que llegue a los medios oportunos que sean los que a su vez lo transmitan o otros oportunos medios. Para llegar a ser genio dicen que hay que estar un poco loco también, pero, tomando como referente mi modesta opinión, creo que no es mi caso. No quiero que digan de mi que soy un genio porque hago "genialidades", así lo vi y lo oí literalmente en un telediario en el que en aquel momento hablaban de Salvador Dalí por la razón que fuera, éste al parecer estuvo empeñado en subir a su suite un caballo que le iba a regalar a su mujer, Gala, pero el director del hotel se lo impidió, lógicamente como genio que era, no iba a desistir y lo que hizo fue comprar un caballo disecado y hacerlo colocar en la habitación del hotel Palace donde se encontraba alojado. A cualquier otro que hiciera lo mismos le hubieran tachado de loco, como poco, e iría al cuartelillo en volandas; pero si alguien es aceptado como genio y lo hace, es una "genialidad" -independientemente de que Dalí realmente era un genio-. Hay otros calificados como tal que no lo son en realidad, pero han conocido a alguien influyente, quien manejando los medios oportunos, ha conseguido que se convierta en lo que son quien no lo tienen por qué serlo. Ejemplos los hay a patadas. 






"La única diferencia entre un loco y yo, es que el loco cree que no lo está, mientras que yo sé que lo estoy". Salvador Dalí




 

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