viernes, 1 de abril de 2016

48. Marzo

"Paco y Mª Cruz". 65x54
Por fin llegó marzo con su equinoccio, con su cambio de hora y su primavera incluidos, con sus días más largos, sus cambios de luz, con su tiempo alocado y sus perspectivas de que mejore; cosas que hacen que el arte de pintar sea más agradable, más aprovechable y más productivo. Cosas que curan mis astenias otoñales e invernales.

Parece que por fin las musas de los colores también se despiertan en marzo y deciden acercarse a los artistas para hacerles una visita con el fin de incitarles a que animen sus obras para pintar los horizontes que ahora parecen más lejanos, menos difusos, horizontes donde las puestas de sol y los amaneceres posan durante más tiempo. La vida de los colores tímidos resurge por todas partes y llena el ambiente de expectativas, como si Dios hubiera ordenado que dejaran el miedo a un lado y se "echaran al monte". Marzo se llena de vida que se empeña en engendrar más vida -lo que me recuerda lo dicho por el John Hammond en la película Parque Jurásico I ante unos huevos eclosionados de dinosaurio : "La vida se abre camino"-.

"Miguel A´ngel y Toni". 55x46
Marzo terminó con el que parecía otro largo invierno cuando comenzó, invierno que como todos los que pasé me entristeció un poco y me dio la sensación, como era habitual, que se me haría eterno, porque la tercera estación ya estaba dándome pistas de lo que estaba por llegar y que Joaquín Sabina ya dijo en una de sus canciones: "...el otoño duró lo que tarda en llegar el invierno". Está demostrado que con los años cada vez la cuarta estación se hace más efímera, lo que me hace dudar en estos momentos de si eso es bueno o no.

En marzo ya no necesitaré tantas capas de ropa que, como si fueran una camisa de fuerza, me van inmovilizando a medida que me las voy colocando encima para evitar el frío de meses pasados, tampoco necesitaré esos guantes azul oscuro de lana, sin dedos para facilitar el uso de los pinceles, porque mi mujer los cortó para que no se me adormilaran las manos en mi fría buhardilla. Ya no tendré que destinar parte de las mañanas a pintar porque la penumbrosa luz de la tarde no da para nada. Ya no necesitaré durante una temporada esos estúpidos focos ni esas bombillas que distorsionan los colores, colores que al día siguiente tengo casi siempre que modificar porque no eran los que tenía en mente haber aplicado.

"Autorretrato". 73x60
Con marzo llegan las ganas de hacer más cosas, llegan los sueños que se van a cumplir subidos en la grupa de la obsesión por pintar, porque los días llenos de horas de luz y el acortamiento nocturno traerán más tiempo. Con marzo llegan los retratos con flores o con vestidos vistosos, llegan las salidas al campo para plasmar la luz de la primavera y llegan los concursos de pintura al aire libre convocados en infinidad de pueblos y ciudades de España. Alguno de ellos, entre los que estén más cerca, me verá por sus calles.

Con marzo se ha acercado el color rojo a los fondos de mis retratos como si el sol lo hubiera traído; también me trajo las ganas de pintar mi primer autorretrato y el retrato de mi simpática y guapa hermana, "enfondado", si se me permite la expresión, en su color preferido, que no podría ser otro más que el rojo. De paso marzo vino con encargos que me hacen mucha ilusión pintar, alguno no poco original como la reproducción de la portada de la revista "La Revista", valga la redundancia, del periódico El Mundo, que en abril de 1.997 plasmó la historia amorosa y homosexual de Miguel Angel Fernández y Toni Poveda, hoy famosos dirigentes del PSOE madrileño. Dicho encargo fue uno de los regalos que hicieron unos familiares a los mencionados enamorados en la celebración de sus veinticinco años de relaciones y diez de casados.
"Olga". 55x46

Este marzo me trajo la exposición más importante que hasta ahora he hecho, en un lugar tan privilegiado e inigualable como es la Universidad, dentro del claustro del Patio de Escuelas y en la sala llamada del Cielo de Salamanca, a escasos metros de la estatua de Fray Luis de León y de la famosa fachada que lo observa, con la rana que todo el mundo busca en su calavera encaramada, obra maestra indiscutible del Plateresco Español. No creo que haya en toda la ciudad sitio más bonito donde un artista pueda exponer. Este lugar rezuma historia por todos los poros de su dorada piedra; piedra sedimentaria que ha visto pasar tantos alumnos, turistas y personas ilustres como los granos de antiguas arenas la componen, piedra oxidada que suda sabiduría y pasado glorioso. 



No sé si fue la influencia del lugar o la gente que lo hizo posible, a los que siempre estará agradecido, fue lo que invocó a todos los medios de comunicación escritos y audiovisuales; no sé si esa fue la causa que desencadenó tal río de visitas que jamás hubiera imaginado que pasarían ante mis cuadros; no sé si todo eso fue lo que me sorprendió con una cantidad tan grande de elogios que me cuesta tanto asumir; tampoco sé si eso fue lo que hizo que multitud de vecinos y conocidos se sorprendieran porque ignoraban que pudiera dedicarme también a la pintura. Lo que sí sé es que esta exposición ya ha marcado un antes y un después en mi trayectoria artística y personal.

Todos los meses de marzo me gustan, pero este ha sido especial.