miércoles, 29 de mayo de 2019

58. Novedades


"Angelines" 81x65
"Lucero II". 81x65

"Gonzalo" 55x38

"Esther" 73x54

"Diego". 81x65

"Antonio II" 61x50

"Javi". 65x54
"S.M. Felipe VI". 116x89
"Jero". 41x27
"Manolo y Trini". 81x65 
"Lauren Bacall II". 100x81
"Juan José Padilla". 100x81
"José Pinto". 35x24
"Piel de toro". 100x81

"Cristo de San José" 73x50
"Virgen de San José".  81x54
"Clara". 73x54.





"Gregoria". 73x54.

lunes, 1 de abril de 2019

57. La Fuerza egoísta y el polvo de estrellas

"El Gen Egoísta" 116x89
La Fuerza egoísta y el polvo de estrellas.

Mi admirado gran divulgador y científico Carl Sagan fue al parecer el responsable de la célebre frase que dice algo así como que "somos polvo de estrellas". Desde mi humilde opinión de aficionado a la ciencia y sin alguna pretensión salvo la de decir por escrito lo que pienso, entendiendo que hay grandes probabilidades de que lo que aquí expreso no sea más que una especulación sin fundamento, creo que no le faltaba ni una pizca de razón a dicho señor, y que además, cuando él dijo algo semejante es porque tuvo los datos, conocimientos y capacidad de raciocinio suficientes para sostener lo que postuló. Yo redondearía la frase a mi manera diciendo que: "somos polvo de estrellas y un milagro del Universo". Un milagro irrepetible sobre todo en cuanto al aspecto se refiere, porque somos el resultado de millones de carambolas evolutivas, de hecatombes planetarias, de ganas de sobrevivir, de débiles y poderosas fuerzas que nos manejan a su antojo, de colegas de andaduras y de juegos de rol cósmicos. 


"Tristán". 81x65
Si nuestro planeta volviera a formarse, nosotros, "como seres incivilizados" que tenemos por madre a "doña casualidades", por abuelo a "don desastres", por bisabuelo al "tío cataclismos", por pariente cercano al "primo infortunios" y por padre al "señor caos", volviéramos a ser los seres más inteligentes que han pisado la Tierra, sin lugar a dudas no tendríamos ni el mismo aspecto, ni las mismas habilidades ni probablemente la misma inteligencia. Somos un milagro, y no solo nosotros, sino cualquier bicho animado; incluso las rocas o el planeta entero tal y como lo conocemos no se parecería en nada en absoluto. Para llegar a ser lo que somos solo ha sido posible por la mano temblorosa de la casualidad, por la gravedad y por "La Fuerza", si es que solo hay una, de la que hasta ahora no he oído hablar. La Fuerza obliga a la destrucción, al desorden, a la temperatura, a la presión, a los rayos, a la luz, a la energía y a la materia a que se pongan de acuerdo para conseguir unos objetivos comunes, objetivos a los que todos ellos, tarde o temprano, se encargarán de pulverizar para volver a crear vidas y Tierras nuevas.  

La vida se empeña en crearse casi de la nada, en buscarse a sí misma y moldearse con los materiales que  a mano tenga en cada lugar, se empecina en abrir caminos que a veces no conducen a ningún sitio por terrenos abruptos y escarpados para, una vez que echa raíces donde decide habitar, construir lo inimaginable a base de casualidades y contubernios, sorteando maleficios de todo tipo y extinciones masivas de los que sale siempre fortalecida, e incluso beneficiada, aunque sea a costa de ingentes sacrificios. Parece que la vida da la razón a Maquiavelo y apuesta porque el fin justifica los medios.

"Paco". 65x54
Cada elemento químico de nuestro cuerpo ha sido creado en las estrellas y cuanto más complejo es dicho elemento más esfuerzos y energía se han tenido que necesitar para crearse. Desde el cigoto que es el hidrógeno con su humilde y solitario electrón, combustible de las estrellas, que fue "acomplejándose" para dar paso deuterio, al helio, etc.,  y después, aplicando a la receta de la sopa hidrogenada más energía, más calor y más presión, "el alquimista anónimo", pudo llegar a crear oro, platino, cobre, fósforo, etc. y el carbono que es la base de la vida terrícola; todos esos elementos fueron fabricados en la fragua del centro de los soles, que luego ellos mismos cuando reventaron se encargaron de repartir por el Universo, convirtiéndose en enanas blancas, enanas rojas, agujeros negros, super novas, púlsares, nebulosas y, por supuesto, en polvo de estrellas

La mecha del principio de todo se encendió, según los científicos, hace trece mil setecientos millones de años con "la gran explosión" que llamaron Big Bang, cuando todo el Universo estaba comprimido en forma y tamaño de una pelota de golf, tan pesada que  ni Arquímedes podría imaginar una palanca suficientemente fuerte y larga para poder moverla.

"Pedro D.". 81x65
La teoría dice que en nuestro sistema solar, al igual que los otros miles de billones de sistemas parecidos con los que convive y que nuestra galaxia, al igual que otra infinidad de galaxias con las que cohabita, dentro del universo conocido y del desconocido -suponiendo que no haya otros universos paralelos-, de los que ya se tiene sospecha que existen, ha sido parido por la explosión primigenia mencionada. Mantiene dicha teoría que esos restos de la explosión, cascotes, escombros, polvo interestelar junto con la materia oscura, la antimateria y demás, comenzaron a ordenarse y a ponerse de acuerdo sin ellos mismos ser consciente de ello para formar todas esas construcciones que vemos y pisamos, que parece que bailan en una sopa negra y que de vez en cuando se encuentran para destruirse o vivir juntas. Nuestro sistema solar comenzó a surgir de todo aquel desconcierto hace unos cuatro mil quinientos millones de años. Todo lo que flotaba o volaba chocó entre sí espoleados por la gravedad que hizo que se fueran formando trozos de materia cada vez mayores, con gravedades eran cada vez mayores, que a medida que engordaban engullían objetos cada vez más grandes. Una tierra incandescente se formó, se fue redondeando y poniéndose rolliza, lo que le hizo tener más y más apetito, que sació comiéndose a otras pequeñas tierras que por allí pasaban; lo mismo hicieron el resto de orondos planetas. Pronto, en términos astronómicos, o sea en centenares de millones de años, la tierra empezó a enfriarse lentamente y la tranquilidad dejó paso a la improvisación creativa como si se tratase de una canción de jazz. El planeta se llenó de agua, probablemente procedente de cometas y otros cuerpos que la portaban. Los cálidos mares se convirtieron en la sopa boba donde la vida floreció, donde las moléculas orgánicas e inorgánicas organizaron inocentes orgías siguiendo las instrucciones alocadas de la "Fuerza" y comenzando así a ponerse de acuerdo sin saber cómo, por instinto quizás, buscando un futuro simbiótico en común y haciéndose más y más complejas, azuzadas por "la Fuerza misteriosa" -que bien pudiera llamarse deseo, necesidad o ansia viva, como diría José Mota-, quien utiliza el interés, necesidad o el instinto primigenio para que se cumplan los interestelares objetivos.

"Paco" 56x45
El Universo no sabe que nosotros estamos aquí, no nos encuentra, nos ha perdido de vista y no nos necesita como forma de vida, igual que nosotros no conocemos todas las células de nuestro organismo. No somos su ombligo ni su mano derecha, ni le interesan nuestros servicios ni nuestros problemas, sobre todo porque somos efímeros; hoy vivimos y mañana podemos dejar de hacerlo porque el cosmos nos ha enviado un mensajero asesino, porque el interior de nuestro planeta sale a devorarnos con bocas que vomitan magma que tienen una insoportable halitosis, escupen cenizas al cielo, o bien con terremotos o glaciaciones, como ya ha ocurrido en cientos de ocasiones, cuya historia ha sido escrita en las hojas del libro de los estratos de las rocas en un idioma que los geólogos y paleontólogos han sabido leer. Si no parece posible, solo tenemos que ver a nuestro desolado planeta vecino Marte, del que ya se tiene constancia probada que durante millones de años el agua recorrió su superficie creando ríos y océanos y tuvo una atmósfera, que por lo tanto fue un planeta azul como el nuestro lo es ahora. Ya no entro en especulaciones de si permitió la vida o no, pero hay muchas probabilidades de que aunque fuera muy simple, la tuvo. 


"José Ángel" 65x54
Ejemplo de ello también fue la gran extinción que se produjo al final del periodo Pérmico debida a gigantescas erupciones casi a nivel planetario que duraron millones de años y dejando en algunos lugares kilómetros estratos de lava de kilómetros de espesor, lo que dio paso al periodo Triásico, hace 250 millones de años. En ella sucumbieron el 95% de las especies acuáticas y el 70% de las terrestres. La tierra se convirtió en un páramo que tardó millones de años en recuperarse. La evolución cambió de rumbo y la vida no volvió a ser en nada parecida a lo que fue, pero se repuso a lo grande; ese nuevo periodo dio paso, por ejemplo, a los dinosaurios que dominaron la tierra durante casi 200 millones de años, hasta que también fueron aniquilados hace 65 millones de años por un meteorito de unos diez kilómetros de diámetro que pasó por aquí de causalidad y que fue a caer en lo que ahora es la Península de Yucatán en el Golfo de Méjico; el choque originó un cráter de 180 km. de diámetro y de entre 20 y 40 km. de profundidad, al que llaman Chucxulub. Se lanzaron a la atmósfera miles de millones de toneladas de polvo y rocas, el fuego arrasó lo que pudo y el tsunami que se originó por el impacto se dice que provocó olas de hasta trescientos metros de altura que arrasaron los continentes cercanos y lejanos adentrándose en ellos centenares de kilómetros. La Tierra se sumió en una larga, triste y lúgubre noche que duró casi dos años provocando bajadas de temperaturas generalizadas de 28 grados, lo que enfrió al planeta y lo introdujo en un largo invierno nuclear. La fotosíntesis dejó de producirse y los terremotos y volcanes no ayudaron precisamente a mejorar las cosas. La grandiosa y orgullosa era Mesozoica con su último y maravilloso periodo Cretácico, se despidió súbitamente de este mundo quemando l0s "ninots" más grandiosos que nunca hayan existido, rematando la fiesta con fuegos artificiales y traca final


"Juani y Sara" 65x54
Tras "la mascletá" los materiales eyectados a la atmósfera lentamente fueron depositándose sobre el suelo, dejando sedimentos como muestra de ello en todas las rocas del globo y un fino estrato negruzco de ceniza atiborrada de iridio procedente del asteroide asesino que marca el límite Cretácico-Terciario. Pero por fin fue despejándose el cielo, y la luz fue devolviendo a la Tierra a una distinta normalidad irreconocible, a un mundo diferente y a una nueva era geológica llamada Cenozoica o Terciaria. Tres cuartas partes de toda la vida había desaparecido, aunque esta vieja obstinada volvió a abrirse camino como tantas otras veces y se adaptó otra vez al nuevo mundo, volvió a diversificarse y a prosperar, y dio paso a nuevos y maravillosos organismos, entre ellos quizás los más asombrosos y hermosos, las aves, herederas de la poderosa genética de los dinosaurios.

Pero qué Fuerza es esa que hace posible la evolución, que hace que un organismo adopte unas u otras habilidades y que hace que para obtenerlas modifique la forma de ese organismo para adaptarlo a las necesidades que más le convengan en cada momento. Entiendo que hay una adaptación corporal casi inmediata dependiendo del uso de los músculos, del cerebro, de la vista o de cualquier otro órgano, en estos casos principalmente para los animales,, cosa que puede justificarse mejor, porque, por ejemplo, si se hace mucho esfuerzo continuado, el organismo se ira adaptando y aumentará la musculatura, la capacidad pulmonar, el corazón se fortalecerá, igual que las articulaciones, etc. Al final todo ello acabará trascendiendo a la siguiente generación, que si sigue haciendo lo mismo acabará cambiando para siempre la apariencia de su organismo y probablemente afectará a los seres de su entorno, creándose una nueva especie.


"Morgan F." 65x54
Gracias al impacto del meteorito más famoso de la prehistoria, no el más grande, y a la desaparición de los dinosaurios los mamíferos comenzaron a prosperar; la competencia se esfumó, y ellos, pequeños animales parecidos a los roedores, gracias a que vivían en madrigueras bajo tierra y a su novedoso sistema de reproducción, entre otras razones, sobrevivieron y se adaptaron, y tuvieron tanto éxito que se proclamaron a sí mismos amos del nuevo mundo. Se diversificaron tanto que ahora tenemos parientes que miden unos pocos centímetros y pesan unos pocos de gramos, como los murciélagos o los ratones, y otros que son los animales de mayor tamaño que hayan habitado jamás la Tierra... la ballena azul, que puede llegar a pesar 180 toneladas y a medir 30 metros de longitud. 




"Daniela y Marco" 81x65
Es curioso que un meteorito que vino de Dios sabe donde, que deambulaba por el espacio,  que la casualidad y su ayudante la "ínfima posibilidad" lo condujeron hacia la Tierra, se confabularon con la ·malvada gravedad" e hicieron que viniera a toparse con este minúsculo mundo para cambiarlo para siempre; pero a alguien le tenía que tocar. Es algo parecido a cuando en una manifestación de millones de personas una paloma que pasa volando hace sus necesidades encima de uno de esos manifestantes; mira que es grande la ciudad y mira que había gente, pero le tocó a "don gafe". Pero de alguna manera el aparentemente cruel meteorito a los mamíferos nos hizo un gran favor y nos desbrozó el camino para que después de 66 millones de años nos hiciéramos, los primates bípedos, dueños y dominadores de este tercer planeta del sistema solar. Y lo dominamos de forma tan tiránica que lo estamos arrasando de nuevo, infringiéndole tales heridas y de tal magnitud que son visibles desde el espacio, extinguiendo con nuestros actos, además, unas doscientas especies al día de colegas del reino animal y vegetal. La diferencia con otras destrucciones es que los métodos que utilizamos no son naturales ni casuales, porque la inconsciencia, la avaricia, la falta de visión de futuro, la escasez de sentido común, la tecnología, la falta de respeto a las otras especies y la estupidez, son algunas de las armas, exclusivas de nuestra especie, que utilizamos para doblegar a nuestro antojo la naturaleza. De hecho hay tal aniquilación de especies, tal deterioro de medios y ecosistemas, tal contaminación en todos los frentes, provocados por este simio voraz, que la magnitud del daño es similar al producido en otras grandes extinciones y cataclismos que dieron nombre a periodos o eras geológicas. Por eso los científicos ya parece que se están poniendo de acuerdo y posiblemente vayan a dar nombre a nuestro particular periodo geológico, de lo que no hay que ponerse orgulloso precisamente, llamándolo, el Antropoceno. A diferencia de los anteriores, el daño infringido no es casual, aunque en buena medida inconsciente e idiota a la vez. Por desgracia no es ningún honor tener periodo geológico propio. 


"Angelines" 81x65
Tal y como vaticina el libro del Génesis en el Capítulo 3º, Versículo 19º, "hombre, acuérdate que polvo eres y al polvo volverás", evidentemente somos polvo de estrellas, y volveremos a formar parte de ellas cuando no existamos ni nosotros, ni nuestro planeta azul, ni nuestro sistema solar, ni el sol que nos dio la vida. Seremos otra cosa que comenzará a formar parte de otras cosas y de otras vidas en nuevos mundos. Muy probablemente también seamos ahora el resultado de otro sistema planetario que se destruyó anteriormente y que con muchas probabilidades tuvo vida en alguno de esos mundos que bailaban alrededor de otro sol parecido al nuestro.

La reencarnación es posible a través de la genética que es la que nos hará inmortales. Nuestros indestructibles átomos van a formar parte de cualquier otra sustancia que pueda formar un cuerpo, una roca o una planta, Posiblemente algunas de nuestras partículas viajarán por el espacio en un meteorito que pueda llegar a destruir y a pulverizar la vida de otros mundo, pero que también acabe formando parte de ellos y contribuyan a generar nueva vida, tal y como relata la teoría de la panspermia. No sé si para bien o para mal, la Fuerza nos hará eternos, si es que no lo somos ya. Esperemos que si nosotros transmitimos algo -quizás sería mejor no hacerlo-, sea exclusivamente lo que han transmitido otras especies, sin pecados capitales ni pecados veniales.


"Litle Chus" 65x54
La Fuerza hace que las plantas adapten su forma a sus necesidades o a su entorno cuando lo necesitan sin ser aparentemente conscientes de ello, pero parece que simplemente con tener necesidad o anhelar algo, el deseo se cumple. Hay plantas que han construido semillas voladoras, perfectamente aerodinámicas y con estructuras que le permiten rotar como si tuvieran aspas para distribuirse por todos un continente; ¿cómo es posible que una planta cree eso sin percibir, aparentemente, lo que la semilla hace y cómo se comporta una vez se desprende de la planta?. Hay plantas que han creado trampas para insectos y se han convertido en carnívoras; plantas que han adaptado sus flores a los picos de ciertas aves y utilizan a estas para que transporten su polen para reproducirse, plantas que fabrican veneno, que han hecho pinchos de sus hojas para adaptarse a la falta de agua, fabricarse espinas... Entiendo que un animal pueda hacer cosas de ese tipo porque tiene cierta consciencia, pero las plantas, salvo que también la tengan, y no lo sepamos aún, parece extraño. Aun así es difícil de entender que los animales hayan adquirido superpoderes tales como la visión nocturna, la visión por el sonido, como los murciélagos, la supervivencia tras una prolongada congelación, fabricar venenos capaces de aniquilar elefantes, conseguir sensores de impulsos eléctricos, de calor o movimiento, cambiar de color usando sus cromatóforos para camuflarse con el entorno o tener piel transparente, tener bioluminiscencia, fabricarse corazas, orientarse por el mundo sin haberlo recorrido antes como si tuvieran cartas de navegación o GPS pre-instalado, oler algo a kilómetros de distancia y saber de qué se trata, tanto en el aire como bajo el agua, ver como si tuvieran teleobjetivos, resistir radiaciones nucleares, vivir sin luz, sin aire, sin agua, a temperaturas que asarían a un pollo, vivir a diez mil metros de profundidad en las simas de los océanos soportando presiones infernales que aplastarían a un tanque, conseguir colores espectaculares para adornar su cuerpo, fabricar nidos imposibles, telas te araña con facultades y diseños increíbles o panales sin haberlo hecho antes, y sin padres o maestros que se les enseñaran o tener un cerebro como el nuestro que hace miles de funciones por segundo. Los genes, como si de un sistema operativo instalado de serie se tratara, tienen programados a todos los seres vivos, plantas incluidas, para saber hacer todo lo necesario para su subsistencia nada más nacer. Si durante la existencia se aprende algo, el disco duro almacenará los datos y si son de utilidad los actualizará para el futuro, indexándolos en el sistema para cambiar el organismo y las habilidades para siempre.

"Mari Eli" 65x54
Posiblemente Richard Dawkins tenga más razón que un santo sea  quien en su influyente libro "El Gen Egoísta" (de cuyo título se dice que se arrepintió posteriormente porque tenía que haberle puesto el título, quizás más apropiado, de "El Gen Inmortal") introdujo por primera vez la teoría de que son los genes y su brazo armado, los memes, quienes parece que utilizan a los seres vivos para sobrevivir, quienes marcan el comportamiento por distintos métodos y quien maneja los hilos para conseguir subsistir ellos mismos buscando el beneficio, a su vez, de cada especie, aunque la continuidad suponga el sacrificio del individuo e incluso de la misma especie en favor de la persistencia de la comunidad o de los genes si no hubiera más remedio. Por eso parece que quien realmente van a ser inmortales son ellos mismos, los genes, que son los que perdurarán de una u otra forma, los que tienen la información de la vida, los que consiguen que esta se adapte a cada necesidad y circunstancia y para ese fin da igual el precio que haya que pagar. Es algo así como a la manida incógnita de que si fue primero la gallina o el huevo, la respuesta fuera el huevo, que es el gen egoísta, que utiliza a la gallina para reproducirse. 


"Cate Blanchett" 65x54
El caso es que la evolución ha hecho que hayamos pasado de moléculas a pequeños organismos y de estos a todo tipo de especies preexistentes, extinguidas o no, hasta llegar a lo que ahora somos, sin duda la criatura más especial e inteligente que haya existido en la Tierra, no la más conveniente para la misma. Millones de especies y trillones de organismos han ido y venido, han desaparecido y nacido, pero lo único que ha sobrevivido siempre ha sido el espabilado gen egoísta, que está en todos los seres vivos y que siempre evolucionará y se perpetuará tomando el vericueto cósmico que le convenga o se le deje. El gen siempre se abre camino, dicho de otra forma por Ian Malcom (Jeff Goldblum) en la película Parque Jurásico... "la vida se abre camino", donde los dinosaurios no tardaron en saltarse las normas del control de población que los científicos les creyeron haber impuesto.

La física nos dice que hay cuatro fuerzas que rigen el Universo y que este funciona en base a sus reglas: La nuclear fuerte, la nuclear débil, la electromagnética y la gravitacional. ¿Y esa fuerza que nos obliga a evolucionar, a adaptarnos y a conseguir lo que anhelamos o necesitamos, no será una quinta fuerza universal? ¿Será la Fuerza secreta e indetectable del gen egoísta? ¿Y la podríamos llamar "La Fuerza Egoísta, La Fuerza de la Necesidad o La Fuerza del Deseo"? 

Aunque tal vez Albert Einstein tenía razón cuando dijo... "Dios no juega a los dados con el Universo".

viernes, 28 de julio de 2017

56. Historia de Jumbo.

La vida que se salvó gracias al arte.

"Jeff Bridges". 81x65
Recuerdo pocas tormentas veraniegas tan breves e intensamente lluviosas como la de aquel miércoles 28 de junio de 2017 que sufrí junto a mi vecino y amigo Manolo. Nos bajamos de su coche, aparcado a la vuelta de la Basílica inconclusa de Santa Teresa en Alba de Tormes, puede que fueran las doce, y aunque pocos metros nos separaban de la entrada, llegamos a la misma empapados hasta el tuétano, la falta de paciencia para esperar en el automóvil a que amainara el temporal fue la culpable. El objeto de la arriesgada expedición era ver una exposición de pinturas y esculturas de diversos autores de la provincia. Tras poco más de media hora de contemplación de las obras decidimos volver a salir al exterior, ya había dejado de llover, pero permanecían los charcos, las escorrentías y el olor a humedad. Bajamos la escalera, giramos a la izquierda, anduvimos unos diez pasos en dirección al aparcamiento, cuando Manolo bajó la cabeza y se percató de que en el suelo había lo que parecía el cadáver de un polluelo de color negro y obispillo blanco que seguramente no pesaría más de cinco o seis gramos. Pensando que el alma del animalito ya había abandonado este húmedo y ruidoso mundo, le dio un pequeño puntapié como para apartarlo de la acera hacia el jardincillo que linda con la misma, murmurando unas palabras que ahora no recuerdo pero que a mí  me sonaron a lastimosas, aun mi curiosidad hizo que me diera la vuelta y me percatara del trágico final de una vida que acababa de empezar. Yo iba dos pasos por delante, y al bajar la vista lo primero que sentí fue pena por él, y también, fugazmente culpa, probablemente sin tener por qué o quizás por no haber podido ayudarlo a tiempo. Pero inmediatamente me dio la impresión de que había movido ligeramente un ala, lo que hizo que me faltara tiempo para recogerlo. Su diagnóstico no parecía esperanzador, como mínimo hipotermia severa, por decir algo. No sentí que respirara ni que palpitara su diminuto corazón; estaba tan mojado y tan frío que me llamó la atención al contacto con mi piel, aun así decidí estrecharlo en mi mano derecha, de la que apenas sobresalía el pico y la punta de la cola, con la intención de darle calor que era lo único que por el momento supe hacer, sin saber con certeza si ya se había rendido... no era para menos. Lo mantuve abrazado con mi mano durante el corto viaje como si llevara en ella un puñado de flores de azahar, poniéndole su espalda hacia el sol -nada más montar en el coche-, que radiaba ya fuerte sobre el salpicadero y con la calefacción del coche a veinticinco grados que Manolo ajustó, y no es que fuera de agradecer precisamente esa temperatura en pleno verano cuando lo que tocaba era el aire acondicionado.

"Henar y Raúl". 81x65
Llegando ya a Salamanca percibí las primeras tenues palpitaciones, cabeceos y sus primeros intentos de respirar. Me alegré infinitamente y creo que ahí fue cuando empecé a darme cuenta de que estaba ante un pequeño luchador y que yo tenía la obligación y la responsabilidad de sacarlo adelante porque para eso debí estar en el sitio y en el momento oportuno. Mi instinto conservacionista brotó con emoción. Aquí empieza la épica historia de Jumbo.

Siempre fui amigo de los animales y en especial de las aves, de las cuáles puedo vanagloriarme de haber tenido, salvado, cuidado y criado unas cuantas de diversas especies. Suelo reconocerlas y nombrarlas al verlas y a la mayoría de ellas por su canto.

Con un ligero estudio ocular del polluelo me di cuenta que por la forma del pico era insectívoro. Por la estrechez y longitud de sus incipientes alas y su cola horquillada deduje que era pariente de las golondrinas, pero no era una de ellas porque no tenía la mancha púrpura en la parte inferior de su cuello, ni tampoco era un vencejo porque éstos son totalmente negros; un poco de curioseo por la red me hizo convencerme de que estaba ante un elegante avión común.

Cuando llegué a casa mi mujer enseguida adoptó el papel de madre y le encontró una pequeña jaula donde colocó un calcetín de algodón blanco, lo enrolló y ahuecó de modo que pudiera adaptarse a un tapón rojo de unos seis centímetros de diámetro para que no se deformara. Antes de colocar al pequeño huésped en su nuevo nido se lo calentó ligeramente en el microondas para que lo encontrara confortable. Aquí comenzaba la segunda parte de la pequeña pero gran historia de Jumbo, nombre que decidimos ponerle por estar relacionado con el de su familia... los aviones.

Enseguida conseguimos las primeras moscas, pocas, porque este año parece que escasean, buscándolas en el jardín, la terraza, la cocina o donde cuadrara, para darle proteínas que le animaran lo antes posible. También, previa consulta virtual, disponíamos de un alimento que posteriormente sería crucial en su crecimiento... comida de gato, de la cual teníamos en abundancia porque somos dueños de una gata blanca que se llama Sara. Remojábamos bien el pienso para ablandarlo en un vaso con agua y lo partíamos en trocitos pequeños que le suministrábamos junto a los insectos que cazábamos con unas pinzas de las que se utilizan para depilarse las cejas. Como voluntariamente no abría el pico, nos veíamos obligados a forzarlo y a introducirle el alimento al fondo, detrás de la lengua, para que no lo expulsara, alimento que por suerte sí fue tragando bien desde el primer momento. 

"John Doe". 65x54
Pero se nos avecinaba un gran reto, por lógica no puede alimentarse solo de pienso de gato, y la cantidad de insectos que al alcance teníamos era insuficiente, así que pertrechados con bolsas de congelar alimentos nos íbamos cada dos días a la caza del insecto por las cercanías de nuestro pueblo. Al principio la caza era diversa, algún saltamontes, alguna avispa, mariposas pocas, gorgojos... pero tras investigar nuevos territorios de caza dimos con una zona próxima al río donde había saltamontes como para alimentar a todos los aviones de la provincia, y sobre todo pequeños, los más jugosos y fáciles de digerir ya que su exoesqueleto es más blando. El éxito de estas jornadas cinegéticas fue mayúsculo, lo que nos hizo ver en cierto modo el cielo abierto; cada día que íbamos mejorábamos nuestras técnicas de caza y capturábamos con destreza varias decenas de esos crujientes chapulines. 

Al segundo día de estancia en nuestra casa Jumbo comenzó a abrir los ojos y a darse cuenta que unas pinzas metálicas deberían de ser el pico de su madre que le traía ricas viandas a menudo, tan a menudo que todos los días engullía no menos de doce bolas de comida de gato y no menos de treinta saltamontes. También aprendió a que cualquier cosa que se moviera a su alrededor podría llevar pinzas metálicas y por tanto alimento consigo, por eso piaba insistentemente para llamar la atención del bulto móvil. Siempre tenía hambre.

Jumbo creció y creció, comió y comió, aprendió a cantar y parlotear instintivamente; a aletear y a volar gracias a las primeras clases prácticas que por la cocina y el salón de casa le animábamos y permitíamos hacer. Pronto empezó a esquivar los objetos, los muebles y las lámparas. Aprendió a a agarrarse de las cortinas y a posarse en la mano para comer, volviéndose después, una vez que consideraba él que estaba saciado, a la pequeña atalaya que le instalamos (un listón estrecho de poco más de un metro sujeto de la lámpara de la cocina a la ventana), donde se pasaba muchas horas afinando su vista, familiarizándose con los espacios y las distancias y haciendo sus copiosas necesidades, ya se sabe... "como come el mulo, así caga el culo". 

Y así pasaron los días y las semanas, tan rápido, si no más, que cualquier otro periodo similar de cualquier verano. Mientras, comentábamos con pesar las posibilidades de supervivencia que tendría cuando lo liberáramos, los avatares que le depararía la auto-supervivencia, la adaptación al medio que desconocía y el posterior viaje a África cuando los fríos del otoño se aproximaran. No niego que no pensáramos en quedarnos con él en vez de soltarlo, pero independientemente de que no parecía lo más apropiado, las dificultades para su crianza iban a ser mayores, sobre todo cuando el suministro de insectos, y más el de saltamontes, cayera en picado por su escasez estacional. Al final la cordura se impuso y la decisión que teníamos que tomar se tomó... la liberación se haría efectiva. Vacilamos, en función de los progresos y de la preparación que veíamos en Jumbo. Dudamos si tal o cual fecha sería mejor o peor que otra, pero pronto acordamos que el día "D" sería cuando se cumpliera un mes exacto desde que lo rescaté, y el lugar apropiado, donde lo encontré. Lugar donde nació una vez y donde volverá a renacer. Donde se encontrará con sus hermanos, familiares y futuros amigos, donde quizás un día pueda encontrar novia y donde el ciclo de la vida vulva a empezar... solo falta la música. El lugar donde el instinto le traerá de vuelta cuando tenga que regresar de sus migraciones: la Basílica de Santa Teresa de Alba de Tormes. Junto al río del mismo nombre, al lado del puente medieval construido sobre los restos del antiguo puente romano, justo por donde pasa la Vía de la Plata, a la sombra de la silueta de los restos del Torreón solitario del castillo que fue de los Duques de Alba. ¡Vaya sitio!

En fin, el día"D" llegó, 28 de julio y viernes; temprano empezamos a acicalar los enseres y la jaula de Jumbo, como si fuera otro día cualquiera que pasara con nosotros, como si el echo de hacerlo no fuera a suponer que se acercaba la despedida, como si el pequeño hijo que se fuera un rato para luego volver. Pocas palabras cruzábamos mi mujer y yo, no sé si era por la emoción del pensamiento que se centraba en el momento inmediato de la separación o porque parecía que eran ratos de un duelo que no lo era. Le dimos de comer todo lo que se le antojó, dentro su dieta estricta de bolas de pienso de gato remojadas y saltamontes, como preparándolo para que durante sus próximas horas o jornadas no tuviera que preocuparse mucho por si no se le daba bien la caza del insecto. 

"Aitor II". 46x38
Cogimos la jaula, montamos en el coche y salimos hacia Alba de Tormes; serían las diez y media o las once cuando llegamos, aparcamos frente a la Basílica y sin prisas hicimos tiempo mirando aquí y allá, como esperando a que se hiciera más largo. Bonito día soleado, típico del mes en que estábamos, todavía no hacía mucho calor. Al final volvimos a mover el vehículo y nos colocamos en el aparcamiento de tierra que hay junto al monumento que le vio nacer. Seguimos dentro del coche, lo sacamos de la jaula y decidimos darle de comer por última vez, por supuesto su glotonería habitual hizo que no rechazara nada, dando la impresión de que no había comido en horas... lo de costumbre. Pero algo era distinto en su comportamiento, no reaccionó con nerviosismo al ver la comida como había hecho siempre, no abrió el pico compulsivamente tampoco, no aleteó nerviosamente como era habitual, y permaneció inmóvil mirando hacia el exterior como con nostalgia, como adivinando que se futuro estaba ahí fuera y no estaba seguro de poderlo disfrutar. 

"Mª. Ángela". 81x65
Salimos del coche. Mi mujer llevaba a nuestro pájaro adoptivo preso entre sus manos pero como si estuviera entre algodones, dejándolo que sacara la cabeza para que viera a su alrededor el mundo que le esperaba fuera que ya había conocido un mes atrás. Al poco rato, cuando nos dimos consentimiento mutuo con la mirada, sin gesto alguno, quizás porque las palabras no salían con facilidad, Juani abrió las manos y Jumbo salió de entre ellas como si le persiguiera el mismísimo diablo. Voló con aceleración continuada, como si lo hubiera hecho siempre, describiendo círculos a medida que ascendía como si hubiera encontrado una corriente térmica, cada vez más rápido y más alto, codeándose y mezclándose con sus congéneres y haciendo exactamente los mismo movimientos ágiles y veloces que ellos; hasta que llegó un momento en que ya no supimos cuál de todos era él. 

Jumbo había abandonado definitivamente nuestras vidas. Jamás recordará quién fuimos ni pasará a visitarnos, ni en lo que resta de este verano ni ninguno de los que regrese, si es que lo hace, de África. cuando su reloj biológico le diga que hay que hacerlo. Lógicamente no se pueden esperar agradecimientos ni recompensas por su parte, entre otras cosas porque no entiende de esas raras costumbres de humanos. 


"Catalina". 65x54
Nos dio un mes de su vida que fue suficiente para cambiar nuestra rutinaria existencia durante un breve tiempo. Un mes que dejará bonitos y emocionantes recuerdos y que con seguridad nos hizo mejorar en algo.

Supongo que habré sido un poco ñoño y extenso en mi relato y para muchos le habré dado demasiada importancia a esta pequeña vida que otros pueden considerar insignificante. Pero cuando quien no valora ni admira los otros seres que con nosotros conviven, independientemente de su tamaño, que les da lo mismo que existan o que no y que no hace nada por su conservación o como poco no les deja vivir en paz, se pierde grandes espectáculos y emociones. Esto es aplicable a todos los seres vivos, incluido el ser humano, por supuesto. Entiendo que una vida es una vida aunque esté en un cuerpo pequeño.

Frase que he leído: "Duele ver a Ángeles siendo humillados, ignorados y sufriendo"
De la película El Oso: "Hay un placer mayor que el de matar... dejar vivir" 


viernes, 23 de septiembre de 2016

52. "Arte y entendidos".

"Clara". 116x89
El saco del arte reconocido es acogedor y hospitalario cuando se ha tenido la suerte de haber caído dentro, merecidamente o no. Es mullido, calentito, hogareño, de boca estrecha, amplio en el fondo y profundo para acomodar en él cualquiera que esté en su radio de acción cual masivo agujero negro. Es capaz de engullir todo tipo de entendidos, tanto a los que se califican así ellos mismos, a los que son tildados de esa forma por otras personas, por la fortuna -en todas sus formas-,  por los medios de comunicación o por cualquier otra circunstancia. Posiblemente dentro de ese recipiente pueden acomodarse muchos licenciados, críticos en arte, galeristas, jueces de certámenes y artistas o no. Muchos de ellos son capaces de divulgar y hacer valer sus verdades y sentencias absolutistas sobre las tendencias artísticas en cuanto a calidad o creatividad, en cuanto a la obra que debe transmitir emociones sinceras o no, sobre la que debe provocar rechazo o admiración, o por la que se debería entrar en éxtasis abducido por el síndrome de Stendhal. Fuera de la atracción gravitacional del saco orbítan artistas y entendidos en arte que son capaces de evitar su radio de influencia, y deambulan por sus inmediaciones con el orgullo de ser capaces de resistirse a sus poderosas fuerzas centrífugas sin dejarse atraer hacia su profunda sima en cuyo fondo se encuentra -aunque lícito y bien aceptado por mí dentro del libre mercado- el dragón del negocio y la especulación.

Un profesor de arte al que sigo, dijo: “la obra de arte que necesita una explicación, probablemente no es una obra de arte”. Eso es, una obra de arte es capaz por sí sola de hablar y de dar un discurso sin tener voz y de explicar por sí sola lo necesario -"una imagen vale más que mil palabras"-. Ya transmite de primera mano lo que el artista quiso que transmitiera o lo que cada uno quiera entender que transmite, independientemente de que a cada observador le llegue de una forma u otra al intelecto, a su lado sensible, al alma o a donde sea que le ha de llegar. Por eso no es raro que algunos entendidos nos den una matraca explicativa y farragosa  sobre ciertas supuestas obras de arte, que a simple vista no parece que lo sean, y nos dejen boquiabiertos, noqueados, con cara de memos y desorientados... como para rebatir argumentos tan dispares, psicológicos, detallados, ilustrados y científicos. Y a ver quién es el menda que se atreve a decir que no ha entendido ni papa, ni ve tanta información, corriendo el riesgo por ello de quedar como un inculto del arte vanfuardista. Aquel mismo profesor también creía que una obra de arte no es capaz de realizarla cualquiera -a diferencia de lo que si ocurre con el mal llamado arte moderno o contemporáneo el cuál, como dice Avelina Lésper, se debe, si acaso, tildar como "estilo contemporáneo"- y que una obra artística debe y tiene que estar pensada y aún mejor si está muy trabajada, y que no sirve una obra en la que no se ha buscado la excelencia, la diferencia o la creatividad real, no imaginada, y que en función de eso mismo se distingue el artista del pintor.

"Esther". 65x54
Si yo fuera un artista del estilo contemporáneo y expusiera mis pinturas extravagantes en una sala de exposiciones en la que todo el mundo o la gran mayoría de la gente que entrara a verla no dedicara a contemplar cada obra un pequeño tiempo prudencial para disfrutarla o para admirarla, y contrariamente lo que hicieran es pasarse por delante sin prestarle atención o viendo la exposición entera desde la puerta de la sala, paseando la mirada -“espeluztacular” que diría Burt Simpson-, breve y altanera del espanto por el recinto; en tal caso, la frustración se haría compañera mía, independientemente de que yo como autor estuviese muy valorado en todos los rincones artísticos del planeta y mis obras valieran cada una lo que vale un edificio de apartamentos en la Quinta Avenida. Si me pasara eso, supongo que entraría en modo pena y no me quedaría otro remedio que darme cuenta que mis creaciones no interesan a nadie, salvo a ciertos entendidos en arte, los cuáles me van a dar una transcendencia en el tiempo bastante escasa, ya que quien realmente me la tendría que dar en tal caso, es el resto del mundo, que precisamente es el que me ignora. Seguramente en esa hipotética exposición extravagante vería gente que se reiría de los cuadros, gente que se quejaría del paseo que se han dado para nada, para perder el tiempo en algo muy publicitado, pomposo, difundido y presuntuoso y para ver a su artífice siendo agasajado por personajes aparentemente hipócritas. Sería algo como si alguien te hablara de un lugar donde se come de maravilla, con raciones generosas, sabores nuevos, con más estrellas que un general, con camareros atentos y halagadores, situado en un lugar idílico con vistas a a lo que parece un precioso lago. Pero resulta que uno va y el restaurante está vacío, las vistas son a un pequeño embalse, el camarero es más borde que un caniche, la comida es congelada, sosa y para localizarla en el plato necesitas un microscopio de barrido, y para rematar la faena te dan una estocada en la billetera. Quizás al fin y al cabo de lo que se trata es de hacer negocio, aunque sea a costa de no hacer arte, de especular con que lo que se va a comprar mañana valdrá un tanto por ciento más que pasado mañana -que me perdone Mark Rothko y similares porque posiblemente ellos no tengan culpa-. Entonces no podré llamarme artista, seré en tal caso un negociante, tratante, buhonero o vendedor de arte para ciertas minorías. Aunque si me dieran a elegir... 

Yo prefiero alucinar con Johannes Vermeer antes que con Vasili Kandinski, prefiero buscar el alma a los cuadros de Antonio Montiel antes que al inanimado Antoni Tapies, prefiero a Hernán Cortés antes que a Miquel Barceló, la dulzura y el sfumato de Leonardo da Vinci antes que la crudeza Edvard Munch, a Velázquez antes que a Joan Miró, a Claude Monet antes que a Marcel Duchamp, la luz y naturalidad de Nikolay Suryguin, Arsen Kurbanov, Antonio López o Joaquín Sorolla antes que lo que yo creo que son salidas de tono de Damien Hirst o Gerhard Richter o Chris Ofili y sus cuadros con excrementos de elefante. A lo mejor soy "rarito" pero qué le vamos a hacer, me cuesta cambiar y mi opinión debe ser respetada como la de cualquier otro, como será respetable la de los que a mi me censuren por opinar así o por lo que yo hago. 

Opino que un montón de arena con una pala clavada, una taza de váter, medio vaso de agua, un motor de lavadora viejo, unas bolas de papel de aluminio tiradas por el suelo, un fregonazo en un lienzo o un hígado deshidratado en un plato, no pueden ser obras de arte, ni dicen o transmiten nada más que lo que son. Y si ser artista es ir a buscar todo eso a un vertedero, a un almacén, a un matadero o al frigorífico y colocarlo en un museo o sala de arte, me parece que en este mundo somos al menos 7.000 millones de artistas en potencia, y aumentando cada día.

"Henar". 81x65
Con todo ello quiero decir que el arte de fama relacionado con el estilo contemporáneo en cuanto a crítica y opinión de algunos, va generalmente por un lado y la opinión de lo que otros creen que es “la plebe desinformada” va por el lado opuesto hacia las playas tranquilas de la lógica y del buen gusto.

Si uno se pasa por certámenes de pintura puede ver cómo se premian, elogian y seleccionan pinturas que parece que las hubiera hecho un chimpancé esquizofrénico bipolar, en detrimento de verdaderas obras de arte que llevan decenas o cientos de horas de trabajo, obras que pocas personas en el mundo serían capaces de ejecutar tan bien, obras a las que no se da valor por no sé qué razones que no son capaces de explicar ni los propios “entendidos en arte”. Y, o bien no pueden darse a entender o bien no quieren que se les entienda porque luego todo el mundo entendería y si todo el mundo entiende, puede que se acabe el pastel. Seguramente muchos no dicen lo que piensan porque no es “cool” o porque se les pueda apartar de grupos tan selectos. 

Lo mismo ocurre con concursos de pintura rápida, en los que se tiene que plasmar por obligación en unas horas tal o cual municipio y sus alrededores. A veces se queda uno boquiabierto al ver cómo se premian obras abstractas, obras que al parecer solo unos pocos son capaces con sus superpoderes de distinguir el lugar que se ha sugerido; se supone que los artistas han ido a pintar lo que se ve, según suelen decir las bases de los certámenes y de forma realista, donde el parecido o exactitud sean las mayores virtudes, digo yo... Pues no, premian como digo, en ocasiones, un cuadro que bien pudiera ser cualquier cosa o cualquier lugar del sistema solar. Premian, a veces, obras realizadas en media hora, incluido el rato del bocadillo, en detrimento de verdaderas joyas llenas de luz, perspectiva, exactitud, esfuerzo y creatividad. No me extraña que muchos de esos certámenes estén perdiendo popularidad de año en año y se vean privados de grandes artistas que no ven recompensado su trabajo e ilusión, porque la lógica ha abandonado el lugar dando paso al esperpento y a las injusticias.

Muchos entendidos en arte encuentran creatividad donde no la hay y le dan ese calificativo a tal o cual obra para encasillarla aquí o allá según convenga, según el estilo o yo qué sé. 

Si todos los entendidos en arte lo fueran realmente y se rigieran por sanos criterios, seguramente casi todos coincidirían en premiar a los mismos cuadros; sin embargo ni ellos mismo se ponen de acuerdo cuando se trata de un grupo juzgador. Curiosamente se recompensan diferentes obras cuando son distintos los grupos que juzgan, lo que me deja claro que la valoración objetiva de una obra de arte relacionada con reglas artísticas, no existe, que se trata de algo subjetivo, o como mucho tendencioso, ligado a criterios o gustos personales de cada juez, crítico, o lo que sea, según él crea; a lo mejor incluso, otro día con un humor o talante diferente hubiera elegido otras obras distintas.

Hay algo curioso que ha calado profundo en la sociedad y que todo el mundo se repite ante una obra expuesta, pudiendo ser ésta de un gusto pésimo o un adefesio vergonzante, que aunque no le entre por el ojo al observador, éste se diga... "será que no entiendo", como echándose uno mismo la culpa de ellos, en vez de decir que no le agrada, pese a quien pese. No a todo el mundo le gustan los mismos guisos que a otros, los mismos pisos o coches, vestidos o trajes, ni el mismo vino o el mismo color de uñas. y no por eso se dicen que "será que no entiendo", decimos directamente que esto o aquello no me gusta, respetando normalmente que a otros sí le pueda gustar.

"Juani II". 65x50
Damos por hecho que algo, simplemente por estar colocado en una exposición o en un museo tiene que admitirse que es una obra de arte, si está allí es porque alguien pensó, acertadamente o no, que debería estar, nada más. El hecho de exponerse un objeto en un lugar emblemático ya nos da la percepción de que estamos ante una obra de arte. Creo que el lugar de exposición no hace a la obra, sino que es la obra la que engrandece el lugar.

En la última exposición que hubo en el Museo del Prado de El Bosco, independientemente de la cantidad de personas que fueron a verla, centenares de miles, daba gusto ver cómo el personal se agolpaba ante cada obra y se quedaba embobado durante minutos y minutos, algunos visiblemente emocionados, atacados por el síndrome de Stendhal, otros no tanto, pero todos admiraban sin pestañear les genialidades oníricas plasmadas en lienzo por el autor. El Museo parecía la calle Preciados en rebajas. Sin embargo he visto exposiciones de artistas contemporáneos renombrados, cuyas obras se valoran más que las de El Bosco, en las que se batían todos los rècords de fugaz permanencia frente a cada obra, de las que no se despegaban antes porque se empeñaba, contorsionando las vértebras cervicales como Regan, la niña de la película El Exorcista, en busca de algún sentido a lo que estaban presenciando.  

"Pilar". 64x54
Concluyo con que creo que el estilo contemporáneo es más bien negocio que va por un camino, y que el verdadero arte, el del pueblo llano, el que gusta a todo el mundo, va por otro, pero sin duda que el primer camino, además de estrecho y lleno de baches, morirá en algún precipicio, como parece que ya está ocurriendo, mientras que el segundo, además de ancho y con buen firme, acabará donde ha acabado siempre, en una plaza repleta de gente en una ciudad monumental y soleada o en un paraje bonito.

No sé si quien ha invertido en unas gafas rotas, en una bicicleta vieja cuya peculiaridad era que las ruedas estaban infladas con aire de París y por eso valía seis mil euros, un ciempiés disecado colgando de un hilo, una taza de water amarillenta, una barbacoa mugrosa, en carrasco seco o en medio vaso de agua, vendido por quince mil euros, disfrutará de ese arte o lo revenderá o lo meterá en un almacén para revenderlo en su día. Supongo que la historia nos dará la razón a los que pensamos así, y si no, que se nos perdone por no entender de arte.  

Ser artista reconocido sólo por el mercado, en cierto modo da pena. Aunque quizás también da más pena el caso contrario, ser un buen artista, un genio, dedicado a lo que pudiera ser el gran sueño de su vida, y que el reconocimiento sólo lo obtenga del pueblo llano sin que eso se tradujera en modestos emolumentos. No sé.

El Cuento del traje nuevo del emperador:

Hace muchos años vivía un rey que era comedido en todo excepto en una cosa: se preocupaba mucho por su vestuario. Un día oyó a Guido y Luigi Farabutto decir que podrían fabricar la tela más suave y delicada que pudiera imaginar. Esta prenda, añadieron, tenía la especial capacidad de ser invisible para cualquier estúpido o o incapaz para su cargo. Por supuesto, no había prenda alguna sino que los pícaros hacían lucir que trabajaban en la ropa, pero estos se quedaban con los ricos materiales que solicitaban para tal fin.

Sintiéndose algo nervioso acerca de si el mismo sería capaz de ver la prensa o no, el emperador envió primero a dos de sus hombres de confianza a verlo. Evidentemente ninguno de los dos admitieron que eran incapaces de ver la prenda y comenzaron a alabar a la misma. Toda la ciudad había oído hablar del fabuloso traje y estaba deseando comprobar cuán estúpido era su vecino.

Los estafadores hicieron como que lo ayudaban a ponerse la inexistente prenda y el emperador salió con ella en un desfile, sin admitir que era demasiado inepto o estúpido como para poder verla.

Toda la gente del pueblo alabó enfáticamente el traje, temerosos de que sus vecinos se dieran cuenta de que no podían verlo, hasta que un niño dijo: "¡Pero si va desnudo!"

La gente empezó  a cuchichear la frase hasta que toda la multitud gritó que el emperador iba desnudo. El emperador lo oyó y supo que tenían razón, pero levantó la cabeza y terminó el desfile.

Toda la gente del pueblo alabó enfáticamente el traje, temerosos de que sus vecinos se dieran cuenta de que no podían verlo, hasta que un niño dijo: "¡Pero si va desnudo!"

La gente empezó a cuchichear la frase hasta que toda la multitud gritó que el emperador iba desnudo. El emperador lo oyó y supo que tenían razón, pero levantó la cabeza y terminó el desfile.